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Mostrando entradas de octubre, 2022
 Este blog está hecho para los niños, y dentro de él podremos encontrar varios tipos de recursos TICS para que los niños puedan disfrutar a la vez que aprenden mediante las nuevas herramientas que nos proporcionan los avances. En primer lugar dentro del blog se encuentran 10 cuentos para niños, algunos de ellos son leyendas, algunos tienen moralejas y otros son más conocidos. Para seguir innovando con la tecnología y poder adaptarnos mejor hemos añadido un enlace donde encontramos un vídeo de 360 grados sobre una película de Disney. Además también tenemos un código QR que una vez lo escaneamos nos lleva directamente a un PDF con un cuento conocido, aunque más largo que las otras diez historias, El Principito. Espero que os guste!
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 Código QR que te lleva a un PDF donde se encuentra el cuento El Principito  
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  El video corresponde a un fragmento de una película de Disney llamado Peter y el dragón. El cual representa al niño montado en el dragón. https://www.youtube.com/watch?v=2tSX1d33uNk 

EL PERRO Y SU REFLEJO

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  Érase una vez un granjero que vivía tranquilo porque tenía la suerte de que sus animales le proporcionaban todo lo que necesitaba para salir adelante y ser feliz. Mimaba con cariño a sus gallinas y éstas le correspondían con huevos todos los días. Sus queridas ovejas le daban lana, y de sus dos hermosas vacas, a las que cuidaba con mucho esmero, obtenía la mejor leche de la comarca. Era un hombre solitario y su mejor compañía era un perro fiel que no sólo vigilaba la casa, sino que también era un experto cazador. El animal era bueno con su dueño,  pero tenía un pequeño defecto: era demasiado altivo y orgulloso. Siempre presumía de que era un gran olfateador y que nadie atrapaba las presas como él. Convencido de ello, a menudo le decía al resto de los animales de la granja: – Los perros de nuestros vecinos son incapaces de cazar nada, son unos inútiles. En cambio yo, cada semana,  obsequio a mi amo con alguna paloma o algún ratón al que pillo despistado ¡Nadie es mejor que yo en el ar

LOS DOS ESCARABAJOS

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  Había una vez dos escarabajos que vivían en una isla y eran muy amigos. El problema era que la isla era demasiado pequeña y les resultaba muy difícil encontrar comida. El único alimento que podían llevarse al a boca eran los excrementos de un toro que solía pastar cerca de su hogar, pero aun así no era suficiente y siempre se quedaban con hambre. Una mañana, uno de los escarabajos tuvo una gran idea. – Amigo mío, no podemos seguir en esta situación. Me estoy planteando seriamente abandonar la isla para ir a tierra firme en busca de comida. – ¡Uy, eso es muy arriesgado! Tendrás que volar sobre el mar y podrías morir en el intento ¿Crees que merece la pena que pongas en juego tu vida? – Sí, será un viaje complicado pero debo intentarlo. Tú te quedarás aquí y podrás comerte todos los excrementos del toro mientras yo investigo la zona ¡Te prometo que si encuentro mucha comida volveré cargado para que tú también te des un buen festín! – Está bien, pero ten mucho cuidado y no tardes en reg

EL GANSO DE LOS HUEVOS DE ORO

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  Todos los días, antes de comer, Tolín, el hermano pequeño de una familia de mercaderes, se sentaba en la fuente de la plaza del pueblo a observar detenidamente cada movimiento que sucedía en aquel lugar. Le encantaba ver al panadero amasando el pan y los bollos, el olor le abría el apetito; después, se fijaba detenidamente en el relojero que apretaba las tuercas de los relojes con sumo cuidado. Al cabo de un rato, llegaba el frutero que traía un cesto lleno de grandes frutas de hermosos colores y, a lo lejos, se escuchaban las campanas de la iglesia repicar con mucha elegancia. Tolín esperaba y esperaba todos los días en aquella fuente a que de una estrecha calle, donde se colgaban las telas del sastre, saliera muy despacito un bonito carruaje tirado por dos caballos. A Tolín le gustaba el carruaje con todo sus adornados de oro, también le gustaba el sedoso pelo de los caballos e, incluso, le animaba escuchar como los cascos de estos resonaban contra las piedras que asfaltaban la pla

EL ANILLO DEL ELFO

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    Un día, una preciosa niña llamada Marlechen paseaba por un camino de tierra y polvo, muy cerca de la arboleda que conducía al bosque de castaños que había cerca de su casa. Por ese lugar solían pasar carruajes que llevaban viajeros de un pueblo a otro. Iba distraída pensando en sus cosas, pero algo llamó su atención. En la cuneta vio un ramo de flores que alguien había tirado sin contemplaciones. Los pétalos de colores se abrían al sol y desprendían un aroma delicioso que a Marlechen  le recordaba a la vainilla. La niña sintió mucha pena al ver tanta belleza abandonada. Cogió el ramito y, con mucha delicadeza, lo clavó en la orilla de un riachuelo para que se mantuviera fresco  y recobrara todo su esplendor. Estaba tan ensimismada contemplando las flores que dio un respingo cuando de ellas salió un pequeño elfo,  no más grande que un dedo pulgar. La criatura sonrió, le dedicó un simpático guiño y susurró  con una voz suave y cálida: – ¡Gracias, Marlechen! La niña estaba asombrada ¡

LA CAÑA DE BAMBÚ

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  Hace muchos años, en la India, vivía un rey ya mayor que veía que su vida se acercaba a su fin. Un día, mandó llamar a su consejero espiritual, pues era un hombre sabio y noble en quien confiaba. – Siéntate, querido amigo. He pedido que vengas porque quiero pedirte un último deseo. Las canas cubren mi cabeza y apenas me quedan fuerzas para dirigir este reino. – Hable, señor, sabe que puede contar conmigo para lo que sea. El rey se agachó y cogió una caña de bambú que tenía a su lado. – ¿Ves lo que sostengo en las manos? Quiero que viajes a lo largo y ancho de mi reino y cuando encuentres a la persona más tonta, le entregues esta caña. – Majestad, la misión que me pide es complicada… – Lo sé, pero dispones de todo el tiempo que quieras. Confío en tu criterio y sé que sabrás distinguir a esa persona entre los miles de habitantes que pueblan mis territorios. – Muy bien, señor, haré lo que pueda. Mañana mismo partiré. El fiel consejero del rey se levantó con las luces del alba y, con la

EL CERDITO VERDE

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    En un lugar de Colombia que nadie recuerda, hubo una vez una familia de cerdos que vivía plácidamente en una granja. Allí tenían todo lo que se podía desear. Durante el día, retozaban en el barro y después se bañaban en cualquier charca de las muchas que había en la finca para refrescarse un poco. Si tenían hambre, su dueño les ofrecía un gran cubo lleno de ricas bellotas o mordisqueaban apetitosos frutos rojos que la naturaleza ponía a su disposición. Un día, la mamá cerda tuvo una nueva camada de gorrinos. Todos eran gorditos y sonrosados menos uno, que nació de color verde esmeralda. Los cerditos le miraron horrorizados y no entendían cómo un animal tan extraño podía ser su hermano. Además de verde, su comportamiento era muy diferente al de los demás. En vez de alimentarse de la leche de la madre prefería comer trozos de bizcocho. Tampoco le gustaba retozar en el barro como sus hermanos ¡A él le gustaba mucho más intentar subirse a los árboles! Con el paso del tiempo se ganó la

EL LEÓN Y LA CIGÜEÑA

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  Un fiero y arrogante león estaba, en cierta ocasión, devorando una deliciosa presa que acababa de cazar. Tenía tanta hambre que sin darse cuenta metió demasiada carne en la boca y se atragantó con un hueso. Empezó a saltar, a dar vueltas, a toser… Era imposible: el hueso estaba encajado en su garganta y no podía quitárselo de ninguna manera. Incluso probó a meter su propia zarpa dentro de la boca, pero sólo consiguió hacerse heridas con las uñas y se le irritó el  paladar. ¡Estaba agobiadísimo! Casi no podía tragar y el dolor era insoportable ¿Qué podía hacer…? Una cigüeña blanca como el algodón le miraba desde lo alto de un árbol. Viendo que el león estaba desesperado,  se interesó por él. – ¿Qué te pasa, león? ¡No haces más que quejarte! – Lo estoy pasando muy mal. Tengo un hueso clavado en la garganta y casi no puedo respirar ¡No sé cómo sacármelo! – Yo podría librarte de ese hueso que te causa tanta angustia porque tengo un pico muy largo, pero hay un problema y es que… ¡Tengo mi

LOS TRES ANCIANOS

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    Una cálida tarde de verano, cuando estaba a punto de ponerse el sol, una mujer salió al jardín de su casa con una gran jarra de agua entre las manos para regar las flores ¡Adoraba las plantas y nada le gustaba más que cuidarlas con esmero! Mientras contemplaba sus hermosas begonias observó que tres ancianos de barba blanca  como la nieve traspasaban la valla de su propiedad y se sentaban sobre la hierba. Extrañada, dejó la jarra sobre el banco de piedra que tenía en la entrada y se acercó a hablar con ellos. – Buenas tardes, caballeros. No les conozco… ¿Son nuestros nuevos vecinos? Uno de los ancianos, el que estaba sentado a su derecha, se apresuró a responder: – No, señora, no somos de por aquí. La mujer se dio cuenta de que eran muy viejitos y que además parecían cansados y hambrientos. Generosamente, les animó a entrar. – Me da la sensación de que tienen apetito y me gustaría invitarles a probar el estofado que acabo de preparar. Mi marido y yo estaremos encantados de compartir